Al igual que buscamos nombre para nuestros hijos o mascotas, la industria farmacéutica, con gran dedicación de medios, lo hace con los nuevos fármacos a comercializar. Aparentemente es un nombre sin más, sin embargo el éxito comercial de un fármaco (si se me permite llamarlo así) depende en gran medida de su nombre de fantasía o “marca”. Quizá, como le ha pasado a mi amigo Eric, os sorprenda y penséis que el nombre de un medicamento no es más que un nombre y no influye en sus resultados de ventas.
– ¿Me quieres decir, Pills, que un medicamento se venderá más o menos dependiendo de su nombre?.
– No me cabe la más mínima duda, Eric. Quizá no tanto en los fármacos de prescripción médica, que también, pero sin duda en los que pueden ser publicitados. Te lo cuento con ejemplos.
La Importancia de un Buen Nombre
La industria farmacéutica es consciente de la importancia del nombre de un fármaco y por ello invierte grandes cantidades de dinero en su elección.
Indudablemente el médico prescribirá siempre un medicamento por su adecuación a la patología y por su eficacia. Pero es obvio que, entre el numeroso arsenal terapéutico disponible, la facilidad a la hora de recordar un nombre tiene una importancia crucial.
Así, por ejemplo, Noctamid y Aldosomnil tienen igual composición y es evidente que el primero es mucho más fácil de recordar (como las cifras de prescripción corroboran).
Por otra parte, en productos que no requieran prescripción médica y que además puedan ser publicitados, el nombre adquiere una mayor relevancia, ya que será la clave para poder ser recordados por el consumidor y asociarlo a la patología que quiere aliviar.
Nombres como Fluimucil, Respibien o Dormidina son fáciles de recordar y evocan sin posibilidad de confusión el fin para el que han sido comercializados.
¿Cómo Elegir un Buen Nombre?
Es obvio que el primer condicionante es que sea fácil de recordar y si además evoca a la patología mejor que mejor.
Hasta no hace demasiado tiempo, muchos nombres de medicamentos evocaban a sus orígenes vegetales. Así, la conocida Aspirina debe su nombre a la planta ‘Spiraea Ulmaria’, de la que se extrae el ácido salicílico, el principio activo del fármaco. La A inicial es por acetil, ‘spir’ viene de la planta y para redondear el nombre se le añade una terminación bastante común en el caso de los medicamento ‘ina’.
Sin embargo, la tendencia actual es buscar nombres cortos, fáciles de pronunciar en todos los idiomas y que no tengan una connotación negativa en ninguno de ellos. Un ejemplo sería Sintrom Sin + trom = sin trombo.
Pero también es fundamental que el nombre elegido no recuerde a ningún otro anteriormente comercializado, por eso de las posibles confusiones.
Luego están las “tendencias”, como las que se siguen para denominar a los anticonceptivos. Todos estos medicamentos tienen por lo general nombres de mujer asociados a la mitología. Así, por ejemplo, Yasmin del árabe yasamín, regalo de Dios. Y otros más que desafortunados, como Yira: en argentino coloquial es mujer que ejerce la prostitución.
Proceso de Selección de un Nombre
La selección del nombre de fantasía para un nuevo fármaco es un proceso que comienza mucho tiempo antes de la salida al mercado del producto en cuestión. Normalmente se delega en empresas especializadas y hay incluso programas informáticos dedicados a este menester.
Este proceso está regulado por el artículo 35 del Real Decreto 1345/2007, que establece que el nombre “en ningún caso podrá inducir a error sobre las propiedades terapéuticas o la naturaleza del medicamento”. En el caso de los fármacos sin receta, “no podrá ser igual o inducir a confusión con el de otro medicamento sujeto a prescripción médica”.
Fuentes:
Estratègia etimològica en el màrqueting farmacèutic
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