Hoy es el día de San Valentin, la fiesta de los enamorados, la fiesta del amor. Todos los comercios, incluidas muchas farmacias, ofrecen en sus escaparate los regalos más vistosos, originales o entrañables para nuestra persona amada. Parece que San Valentín, y por ende el amor, está reservado para los jóvenes y los que tienen pareja.

Nada que objetar al respecto, sin embargo quisiera hoy hacer una reflexión: Ante tal alarde de amor …. ¿por qué quedan nuestros mayores fuera del alcance de las flechas de Cupido?. Y no estoy hablando del amor de pareja, no. Me estoy refiriendo al amor que las personas más mayores necesitan de la sociedad en general y de los que somos sanitarios en particular ante su soledad y enfermedad.

Ese vecino que te cruzas en el ascensor, que siempre anda cabizbajo. La señora mayor que se sienta en el banco del parque a tomar el sol mientras tus hijos juegan. Muchos de ellos se sienten solos y necesitan más que nadie su San Valentín. ¿Podrías tú ofrecerles un poco de cariño?.

En la Farmacia estamos a diario en contacto con personas mayores con una salud más o menos delicada. Sabemos en muchos casos de su soledad y tristeza. Y la pregunta que te hago es: ¿les damos lo que realmente necesitan?.

Ramón, ese anciano, que baja todos los días a tomarse la tensión, que lleva la ropa sucia porque desde que María murió no ha encontrado ni las ganas, ni a nadie que le explique cómo poner la lavadora. Le tomamos la tensión, se la anotamos en su tarjeta y le decimos un “hasta mañana”. Su tensión, día tras día, es correcta. El lo sabe, nosotros lo sabemos, como sabemos también que lo único que busca es un poco de cariño, un poco de conversación ahora que María no está.

O esa otra mujer, Herminia, la que un día recibía grandes aplausos como mujer forzuda en el circo. Ella entra todas las tardes a la farmacia a por su crema antiinflamatoria porque los dolores no la dejan dormir. Quizás no le hace falta tanta crema, quizás si, quizás tan solo necesita una cara amable que le sonría, que le recuerde que un día fue importante.

Y qué decir de Pepita, a cuyo marido hace unos meses le diagnosticaron cáncer de pulmón. Está asustada, no sabe como enfrentar esta dura etapa. Quiere aparentar alegría cuando está con su marido o cuando cuida de sus nietos porque “ellos no tienen edad para sufrir”. Sin embargo, cuando viene a la farmacia se queda apartada esperando a ver si tiene suerte y la farmacia queda sin gente. Entonces se acerca al mostrador y ves sus ojos llorosos. Te cuenta la mala noche que ha pasado hoy su marido y como por fin de madrugada, había conseguido conciliar el sueño. No compra nada, no te pide nada, solo necesita desahogarse y compartir sus miedos.

Recuerdo también a José, que estuvo bajando a diario durante varias semanas para que le pusiéramos las gotas en los ojos, porque el solo no podía y no quería molestar a sus hijos, “que están muy ocupados con su trabajo”. José, que cuando llegaron vacaciones de verano y cerrábamos la farmacia, nos confesó que sabía ponérselas perfectamente pero que prefería bajar y de paso contarnos unos chistes para distraernos. José se sentía solo y tan solo buscaba alguien que riera junto a el con sus chistes malos, esos que ahora echamos de menos porque ya no está.

Y como estos podría poneros miles de ejemplos. Personas, como tu y como yo, que por el solo hecho de haberse hecho mayores se sienten solas y no reciben amor. Ancianos a los que una palabra amable y un gesto de cariño basta para poner una sonrisa en su cara y alegrarles parte de su día.

Desde la farmacia tenemos la obligación de ejercer un servicio profesional, pero además tenemos la oportunidad de ejercer una importante labor asistencial. Nuestra proximidad a la población nos convierte en importantes agentes sociales, con la misión de cuidar y asistir con cariño a nuestros mayores.

Tú, como parte de la sociedad, también tienes la obligación de atender a tus mayores. Una palabra amable en el ascensor, una sonrisa cálida en el parque. Pequeños gestos con grandes recompensas.

Así que, celebra San Valentín con tu pareja, cómprale un bonito regalo y ten una cena romántica. Pero no simplifiques tanto tus afectos, extiende tu amor hacia aquellos que más lo necesitan: los mayores, los que se sienten solos. Aprovecha este día como punto de inflexión y comparte tu cariño día a día con ellos. Te lo agradecerán y recuerda … tu un día serás mayor.

Yo me uno a la ideología judía, que no celebran el 14 de Febrero. Según ellos el amor no debería festejarse una vez al año, sino todos los días. Excelente apreciación.

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