En los últimos días ha ocurrido algo que me preocupa especialmente: los padres de dos niños distintos me han trasladado sus dudas en la farmacia sobre si poner o no las vacunas a sus hijos. Y hablo justamente de eso, de “dudas”, no de un claro rechazo. Si a esto añado la llamada de mi amiga Bibi para tratar el mismo tema, no puedo evitar que se me disparen todas las alarmas.

– Pills, el otro día en una cena unos padres intentaban convencerme de que era más seguro no vacunar a mis hijos. He de decirte que sus argumentos parecían sólidos, lo que me ha hecho dudar.
– ¿Y puedo preguntarte, Bibi, cuáles eran esos argumentos?.
– Pues se basaban en tres ideas fundamentales: que las enfermedades contra las que nos vacunamos están prácticamente extinguidas, que siempre es mejor una inmunización natural que artificial y por último los graves efectos adversos que pueden tener las vacunas.
– He de decir, Bibí que aparentemente son buenos argumentos pero si te parece vamos a verlos en profundidad.

 

¿Por qué Vacunar a un Niño contra una Enfermedad de tan Baja Incidencia?: Inmunización de Rebaño.

No hace tantos años, nuestros padres y abuelos celebraban la aparición de una nueva vacuna ya que ello suponía disminuir el riesgo de que sus hijos murieran o pudieran quedar afectados de por vida por contraer una enfermedad infecciosa.

Hoy esta percepción ha cambiado, debido probablemente a que muy pocos de nosotros hemos visto sufrir a un ser querido por una de estas enfermedades. Lo que olvidamos injustamente es que ello se debe fundamentalmente a que la sociedad está protegida a través de los planes de vacunación global.

La llamada inmunidad de grupo o inmunidad de rebaño es la protección de una determinada población ante una infección debido a la presencia de un elevado porcentaje de individuos inmunes en la misma. 

Se basa en que la vacunación no implica tan solo una protección individual frente a la enfermedad sino que es un acto solidario que permite proteger a aquellos más desfavorecidos que por circunstancias no pueden recibir la vacuna: inmunodeprimidos, alérgicos a los componentes de las vacunas, bebés que no han alcanzado la edad adecuada de vacunación…

Por otra parte, está más que demostrado que, cuando disminuyen las tasas de vacunación frente a una enfermedad, aumentan los casos de esta y sus riesgos asociados. Lo estamos viendo por desgracia actualmente en EEUU y algunos países europeos donde han aumentado los casos de sarampión debido a una incompleta vacunación.Y debemos ser conscientes de que actualmente no hay fronteras para las enfermedades, de ahí la importancia de la vacunación global.

¿Mejor la Inmunización Natural que Artificial?

Como no podía ser de otra manera, la moda de lo natural ha llegado a las vacunas y se utiliza como argumento de rechazo a las mismas: ¿por qué introducir de forma artificial algo en el cuerpo cuando pasando la enfermedad se consigue la inmunidad?.

Y es cierto que la propia infección confiere inmunidad, pero no exenta de riesgos. Así, se puede presentar retraso mental provocado por Haemophilus influenzae tipo b, espasmos musculares causados por Clostridium tetanidefectos congénitos debidos a la rubéola, cáncer del hígado por virus de la hepatitis B, o muerte  por sarampión. 

Por contra, Las vacunas interactúan en nuestro organismo provocando en el sistema inmunitario una respuesta similar a la que produciría la infección natural, pero no causan la enfermedad, ni sus síntomas, ni expone a los riesgos de posibles complicaciones. 

 

¿Las Vacunas Exponen a los Niños a Riesgos Innecesarios?

Curiosamente, hemos llegado a un punto en que se tiene más miedo a la vacuna que a la propia enfermedad. A medida que las enfermedades que previene la inmunización se han hecho menos visibles y frecuentes, aumenta la preocupación acerca de los potenciales efectos secundarios de las vacunas.

Para garantizar la inocuidad y la calidad de las vacunas, la OMS utiliza un sistema que establece normas internacionales de eficacia, inocuidad y calidad en la fabricación de estas. El sistema abarca tres fases principales de ensayo: ensayos preclínicos en el laboratorio, ensayos clínicos en seres humanos, y supervisión de la medida en que cierta vacuna autorizada cumple esas normas.

Pese a ello, seguimos escuchando a los que dudan sobre la seguridad de las vacunas y les achacan todo tipo de males. Sin embargo, al igual que cuando tomas tu medicación para controlar la hipertensión o la diabetes te expones a posibles efectos adversos, estos pueden aparecer en igual medida (y digo igual, no superior) al utilizar una vacuna. Las reacciones a las vacunas son generalmente leves y temporales, por ejemplo, un brazo dolorido o una ligera fiebre.

Tengamos siempre en cuenta que la relación riesgo/beneficio de las vacunas está claramente decantada hacia el lado del beneficio individual y colectivo. Es más probable padecer un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna.

 

 

Fuentes:
OMS: ¿Cuáles son algunos de los mitos, y los hechos, sobre la vacunación?